Una de las peores tragedias que puede vivir un pueblo es ser arrastrado a una guerra en la que irremediablemente miles de los suyos habrán de perder la vida, y donde la destrucción domina los atardeceres, como el desasosiego inundando los espíritus, como fue el caso del perú en la guerra de 1879 que lo enfrentó por tercera vez a chile en el siglo xix.
Que duda cabe que el pueblo peruano luchó con denuedo contra el invasor, soportando cuatro años de extenuantes y consecutivas campañas navales y terrestres.
Puede decirse que es a partir de la toma de lima en enero de 1881 donde el aluvión arrasó nuestra defensa, y lo que continuó en muchos hombres, fue el agotamiento propio de la naturaleza humana, acometida por la desesperanza que se alimenta del desgobierno, la desunión y la podredumbre. De ahí que el inevitable epílogo de 1883, a pesar de la admirable prolongación de la voluntad de lucha nacional, fue consecuencia de los efectos de la maquinaria militar vencedora que retenía la prenda territorial.
Desde los días de cochrane y de guise, había quedado demostrado que enfrentar a chile en guerra exigía considerar al mar como el escenario predominante frente a los acontecimientos bélicos que habrian de tener lugar. Las batallas decisivas en los oceanos, realmente lo son cuando su impacto influye directa o indirectamente en los resultados en tierra.
Lo sería en 1879 con angamos, lo sería en 1916 con jutlandia.
A fines del siglo xix, el almirante mahan sentaría catedra sobre la trascendencia del poder naval en la guerra y en la geopolítica mundial, al sentenciar que el domino de los mares no solo permite evitar ataques en el propio territorio sino tomar la ofensiva para atacar al enemigo.
Acaso el visionario proyecto geopolítico de la confederación perú-boliviana, no se había perdido cuando el almirante argentino manuel blanco encalada aseguró el dominio del mar para chile?. Santa cruz aunque hábil estadista, no supo liberarse de la errónea premisa que también cultivaron napoleón y bolívar: las armadas solo sirven para transportar tropas.
Aun castilla a pesar de su famosa frase de dos buques por uno, lo que no está escrito en ninguna parte, la olvida después o descuida en su segundo gobierno. Para 1863, nuestras costas llevan tiempo inermes.
No resultaba entonces hacia abril de 1879, un hecho aislado los paupérrimos niveles de alistamiento naval de nuestra escuadra, sino mas bien una constante, perniciosa y fatal, una conducta insana, .Una forma de proceder recurrente y lesiva para con la defensa marítima de la patria.
Aquel sería el drama que tendría enfrentarían los comandantes de unidades navales peruanas desplegadas al sur en mayo de 1879, en una misión casi suicida de disputa del control del mar con una escuadra materialmente muy superior, con cañones de grueso calibre bien montados y entrenados, con un prestigioso almirante a bordo, un solo comando en el mar.
Nada de esto sucedería bajo pabellón peruano.
Ante el previsible empleo de la estrategia de flota en potencia como curso de acción de la fuerza naval peruana, la respuesta del enemigo mas sensata debió ser establecer de inmediato un bloqueo naval al puerto el callao, donde se encontraban concentradas nuestras unidades navales, incapaces de zarpar al inicio de las hostilidades.
Como señala en su libro el poder marítimo, el historiador naval británico geoffrey till, el bloque naval ha demostrado ser una respuesta efectiva de parte de la armada más poderosa. Sin embargo, el enemigo optó por un bloqueo económico a iquique para afectar el ingreso de recursos al fisco peruano provenientes de la exportación del salitre de tarapacá.
Esta decisión fue la clave del fracaso de la primera parte de la campaña naval del enemigo, y la que le costaría el puesto al contralmirante juan williams rebolledo, comandate en jefe de la escuadra chilena.
Williams empeñado en acelerar el zarpe de nuestra escuadra, buscaba la gloria que solo podía obsequiarle la batalla decisiva y no el bloqueo naval. Esa misma gloria que se le había sido esquiva en la guerra con españa, por lo que apenas pudo contentarse con el premio consuelo del combate naval de papudo, donde fue capturada la goleta española virgen de la covadonga.
No es pues con esa sola medalla con la que ha querido concluir su carrera naval el jefe chileno. Quiere coronarla con una victoria en aguas profundas sobre la escuadra de sus otrora aliados. Pretende ser el nelson chileno que supere a cochrane y a blanco encalada, y esa vanidad indomable, le hará perder la oportunidad de dar un golpe decisivo con una sola maniobra que obligase al gobierno peruano a negociar. Aquel, sin posibilidad en ese momento de dar combate ni de proteger sus líneas de comunicaciones marítimas no hubiese podido evitar que tropas chilenas invadiesen el resto del litoral boliviano y los territorios de tarapacá.
Cuando por fin williams se decide ir en busca de las fuerzas de mar y tierra que manda el presidente prado, ya es demasiado tarde. Ambas escuadras se cruzarán en la mar sin detectarse.
Finalmente el más tarde vicealmirante williams habría de conformarse con morir en casa en 1910, con solo la medalla de papudo en el pecho.
Ya en el sur los buque peruanos inician sus operaciones ofensivas.
La madrugada del miércoles 21 de mayo, la primera división naval peruana que conforman el monitor huascar y la fragata independencia, grupo de tarea al mando del capitán de navío don miguel grau, incursiona sobre el estratégico puerto de iquique con la finalidad de hostigar a las unidas bloqueadoras y de darse el caso, batirlas en combate. Los comandantes de las unidades nacionales gobiernan a toda fuerza con proa a la bahía de iquique.
Antes de tocar zafarrancho, grau arenga a sus guerreros:
-“tripulantes del huáscar ha llegado la hora de castigar al enemigo de la patria”- corta el viento con furia la espada desnuda del héroe señalando la posición del enemigo: – “¡vencer o morir…… vencer o morir !….. ¡viva el perú!”- rugen una y mil veces las gargantas de nuestros valientes.
El huáscar enfila a la corbeta esmeralda que inicia sus movimientos en el lado norte de la bahía iquique. Pronto el nulo efecto del tiro de artillería del monitor sobre la esmeralda, obligará al comandante del huáscar a emplear el espolón, arma secundaria de a bordo.
En esa fecha, en el día de victoria y de honor naval, el espolón jugará para bien y para mal un rol decisivo. Aquella arma ha sido empleada con éxito en la batalla de lissa de 1866 en aguas del mediterráneo cuando fuerzas navales austriacas vencen a las italianas.
En su clásico táctica de flota, el capitán de navío wyne p. Hughes afirma que el espolón en lissa probó ser una arma eficiente en el combate naval. Lo propio sostiene el historiador norteamericano michel a. Palmer en su obra comando en el mar: “lissa esta relacionado intrínsecamente con el espolón. El éxito austriaco aseguro la transformación de la embestida en una táctica naval aceptada e influyente en el diseño de los buques de guerra posteriores a esa batalla”.
Tras interminables 3 horas de recio combate, el huáscar logra, merced a tres estocadas de espolón, horadar el vientre de la corbeta chilena que herida de muerte, desaparece crujiente bajo las oscuras aguas de iquique, mientras que su comandante, el digno y valeroso arturo prat, yace sin vida en la cubierta del monitor, fruto de su temerario arrojo como mas tarde escribiera el comandante grau a su viuda. Poco después nuestro gran almirante salvará vidas de los ya neutralizados adversarios, se impondrá su valía como ser humano, que rechaza el vano sacrifico de existencias, cuándo la adrenalina del combate mengua y ya reposa el espíritu del guerrero.
Para ese momento ha entregado su vida por la patria, el teniente 2do jorge velarde castañeda, de 23 años quien conservó su puesto en la cubierta al pie del pabellón con valor y serenidad, como se consigna en el parte de su comandante, para el infinito dolor pero también para imperecedero orgullo del su padre anciano, el coronel melchor velarde y de la armada del peru.
Por su parte la fragata independencia, al mando del capitán de navío juan guillermo more ruiz, con proa a la covadonga, rompe sus fuegos sobre ella, mientras la goleta busca escapar de la trampa de iquique huyendo al sur a máxima velocidad y aprovechando su poco calado. Su comandante, carlos condell, maniobra muy pegado a costa asesorado por el practico del puerto un inglés de apellido stanly.
La exasperante falta de puntería de los artilleros de la independencia, que pertenece a una escuadra que no hace ejercicios de tiro de manera recurrente por mas de 5 años, obliga al comandante del blindado a ir al espolón.
Dominado por la prisa del combate y por la impotencia de no de poder castigar al enemigo que le ocasiona bajas en su repliegue, el comandante peruano no mide con exactitud el riesgo, no calcula lo suficiente el muy alto el precio de lo que esta en juego: la seguridad de su nave frente a una unidad de poco valor militar.
Tras varias acometidas fallidas, la independencia impacta con una roca no registrada en la carta náutica de la zona. Condell al percatarse, gira su buque 180 grados y se aproxima de vuelta encontrada a su enemigo exánime, y abre fuego sobre la inmóvil fragata. Los tripulantes de la independencia se defienden con bizarría mientras la cubierta se inclina sobre babor. En ese intercambio condell de la haza, hijo de piurana, les envía sus balas a sus primos, hermanos alfredo y arturo que son miembros de una antigua familia de marinos peruanos, los de la haza, quienes desde a bordo de la fragata nacional, con no menos furia, le devuelven la flor al afectuoso primo.
Ha muerto ya, atravesado por la metralla de la covadonga, el alférez de fragata jerónimo guillermo garcía y garcía de 32 años, hermano de uno de los marinos más distinguidos de nuestra historia, el capitán de navío aurelio garcía y garcía, quien junto con su hermano narciso conformaban una respetable familia de marinos. Este último, que es teniente primero de la independencia lo ha visto morir y rescata su cadáver del naufragio. En carta a aurelio, dice narciso que su comandate more- estuvo sublime en su valor, sereno e inteligente en el manejo del buque.
Tras la tragedia de punta gruesa el comandante de la independencia, capitán de navío juan guillermo more ruiz asume su responsabilidad sobre la conducción de su buque frente al enemigo y le ha dicho al comandante villavicencio a bordo del chalaco, que habrá de pagar con su vida su pérdida. Pero altivo e integro como lo fue siempre, no acepta que se ponga en duda o se cuestione su patriotismo, su honor de cumplido caballero y de hombre de mar. En valparaíso donde carlos condell de la haza comandante de la covadonga más allá del natural aprovechamiento táctico al que estuvo obligado a realizar frente al encallamiento del buque enemigo del que estaba escapando, se ufana, fatuo, de una victoria ficticia e impostora, que no es otra cosa que el artero fusilamiento de los náufragos de la independencia, primos hermanos incluidos.
Condell es el héroe del momento en chile, y desde esa posición tan circunstancial se atreve a lanzar calumnias contra more afirmando que este jefe arrió su pabellón rindiendo su buque a viva voz y pidiéndole que respete la vida de sus tripulantes a lo que dice accedió gustoso. Mentira ruin que no solo busca convertir en merito profesional lo que el azar le ha obsequiado, sino que también pretende adornar su triste faena, con fingidos tintes de humanidad, tal vez queriendo vanamente emular a grau
semanas mas tarde don juan guillermo, quien ha sido el último en abandonar su buque como manda la ordenanza, dirige al condell una carta que honra su memoria y muestra la fortaleza moral de su fibra:
“no es dudoso que el desgraciado comandante de la independencia tenga oportunidad, cualquiera que sea su condición de demostrar a ud y a todo chile de cuanto es capaz el que nunca faltó a sus deberes ni como soldado ni como patriota”.
El distinguido historiador héctor lópez martínez señala que more buscó ansiosamente la muerte que su honra reclamaba. Esta lo encontraría, sereno y gallardo, el 7 de junio de 1880 en el morro de arica.
Pocas veces nos ocupamos de la familia de nuestros heroes, y en particular de sus esposas en esta memorable fecha queremos también rendirles homenaje.
A la señora dolores cavero de grau en su casa alquilada de la calle lezcano cuidando a los diez hijos del matrimonio.
A la señora carmen medina de more, con dos hijos pequeños en lima dirigiendo cartas a los diarios que osaban poner en entredicho el patriotismo de su esposo, dama valiente que exige trato justo al presidente de la republica para con el esposo en desgracia, pero marino honorable y de conducta intachable.
A la señora zenovia garcía maldonado que a poco de haber contraído matrimonio, llora inconsolable la muerte de su joven esposo jeronimo guillermo garcía y garcía.
Y en la otra orilla, a la señora carmela carvajal de prat que con lágrimas en los ojos dirige exquisitas frases al comandante del huáscar agradeciéndole el raro gesto de devolverle la espada de su esposo, acentuando la nobleza del corazón del comandante enemigo que con hidalguía de caballero antiguo, como el amadis de gaula y el bayardo, se inclina ante su pena inconsolable.
Es iquique siempre oportunidad para rendir homenaje a la figura tan admirada por los peruanos del ciudadano grau, el caballero de carácter afable, modesto y bondadoso, de refinado trato y de palabra fácil, a esa figura tan querida y venerada por nosotros los marinos,
pero el ciudadano grau se fue a la guerra, y en ella se comportaría como guerreo en toda la dimisión de la palabra. En consecuencia con su basta experiencia en el servicio naval, en la que no siempre las cosas han sido fáciles, mas aun en la madurez profesional, su temple y sus convicciones lo llevan a enfrentarse a diego de la haza, a imponerse a antonio de la guerra, a rivalizar con aurelio garcía y garcía en la guerra, a increparle a more, a desafiar a prado.
Jefe correcto, disciplinado y justo, llega a ser a veces duro e inflexible.
A los marinos nos ha tocado hoy librar una la guerra muy distinta a la de 1879 pero tan letal como aquella, y junto con los veteranos de otros tiempo lejanos y recientes nos congregamos para conmemorar este jueves 21 de mayo la audacia y el valor del capitán de navío miguel grau, del arrojo de raygada, otoya, carreño, carvajal, freire, sánchez lagomarsino, ferre, gárezon, palacios, así como para saludar el coraje de los enemigos, con el capitán de fragata arturo prat a la cabeza ,y para venerar la inmolación heroica de los jóvenes marinos jorge velarde y guillermo garcía y garcía, que junto a otros valientes entregaron sus vidas entre abordaje y espolón.
Es este día de victoria y de honor naval, coronado con la magnanimidad con el vencido y con la resistencia tenaz al filo de la mar hiriente, sobre la roca traidora.
Saludamos también en estas líneas, a los descendientes de los héroes de la gesta naval del 21 de mayo de 1879, son ellos deudos de la mas sublime de las estirpes, la de los que arriesgan y dan la vida por la patria, de esa estirpe, que también es nuestra, que adoptamos como filosofía de vida que rige conductas sin mácula en la hora azul, ya en el triunfo, ya en el infortunio.
Sea esta evocación, un modesto homenaje a los guerreros de iquique y de punta gruesa, 2i de mayo de 1879, día de victoria y de honor naval inmortales.