Cuando ya se comienza a diluir aquella tristeza que me genera al publicar en las redes, recordando en la fecha, cada una de las historias en las que cayeron valerosos marinos cumpliendo su deber, aparece una nueva que me devuelve esa sensación de golpe, como un rayo que parte en dos una frágil tranquilidad.
Un 7 de Enero, Martín Ledesma, con 19 abriles, joven Marinero Infante de Marina, alegre, entusiasta, a pocos días de cumplir su servicio militar y salir de baja, moría en las alturas de Ayacucho víctima de una emboscada terrorista, en la que aún, luego de ofrecer una tenaz resistencia y de hacer huir a estos cobardes criminales, la esquirla de un artefacto explosivo activado por uno de ellos, le atravesaba la arteria femoral, herida fatal que lo desangró en poco tiempo.
Cada mes y en ocasiones, cada semana publico historias como la de Martín, héroes casi anónimos para el resto de la sociedad y que la implacable tiranía del tiempo con su acostumbrado trabajo se empeñan en evaporar la tinta en donde están escritas.
Desde aquel infausto día, todos los 7 de enero, los otros héroes, sus compañeros de armas, su contingente, los héroes a “los que no le tocó”, a ellos, a los que los dados del incompresible destino, en un retorcido juego mortal, hiciera que sus nombres no fueran elegidos, se reúnen al pie de su tumba, embebidos en una mezcla de melancolía y nostalgia, a recordar a su hermano Infante de Marina siendo inevitablemente transportados al tortuoso mundo de los “si hubiera…”.
Ellos exigen, como muchos, que su contingente Martín y muchos otros héroes como él, no sean olvidados, y lamentablemente, hemos sido nosotros mismos, los que sí regresamos a casa, ya en la lejanía de los operativos, en la distracción de la vida cotidiana, de las múltiples actividades, dejamos de tenerlos presentes, dejamos de pensar que en muchos casos, la suerte, el azar, el cambio de guardia con el compañero, la comisión que cambió el rol de la patrulla, el salir más temprano o más tarde, el centímetro más a la derecha que hizo que la esquirla corte la arteria femoral, podía habernos intercambiado el lugar con Martín o aquellos que dejaron su vida en esa lucha.
Los Infantes de Marina y Foes tienen, en cada dependencia, un lugar donde recuerdan a los suyos, sin embargo, esos esfuerzos poco trascienden de aquellos santuarios, la sociedad no los conoce, y aunque duela decirlo, hemos tenido parte que ver en eso.
Somos nosotros, los que ya estamos del otro lado de esa guerra que aún no termina, esa guerra que gracias a nuestros muchachos hoy se encuentra reducida a una región específica, los que debemos nuevamente hacer lo que nos toca, usar los medios que disponemos para devolverle a esos verdaderos héroes, nuestros amigos, colegas, jefes, subalternos, aquellos que se fueron antes, el lugar al que pertenecen, quizá no todos querrán asumir este combate, porque comprensiblemente dirán que ya hicieron su parte en su momento, sin embargo, conozco ya a muchos que sí lo están haciendo, todo suma y poco a poco, los Martín Ledesma irán alcanzando la memoria colectiva.
A mí entender, no como muchos piensan, es una cuestión de perder espacio por ideologías afines a las de los subversivos que están ganando terreno, no es culpa de ONG´s de DDHH que están invirtiendo el orden lógico de la atención social o de un nuevo orden mundial, es que, a pesar de ser nosotros decenas de miles, los suficientes como para que la sociedad nos respete por nuestro servicio a la patria y el sacrificio de nuestros hermanos de armas, hemos inadvertidamente, quizá por temor a la represalia, tal vez saturados de tanto, en algunos casos por rencillas, resentimientos, desidia, etc., dejado todo atrás, y tan solo nos dedicamos a retroalimentar recuerdos e ideales en grupos de chats, siempre divididos entre especialidades, promociones, contingentes, batallones, escuadrones, dotaciones de buques/submarinos y decenas de otras clasificaciones de grupos humanos que somos campeones en crear y que, con conocimiento de causa, es una labor titánica volver a juntar.
Los Veteranos, no queremos que nos llamen héroes, aún a pesar de haber acciones de valor supremo entre muchos de nosotros, pero que al no llevarnos la vida en ello, se redujeron a emocionantes anécdotas de bar que pocos conocen, lo que hicimos los veteranos y hacen las fuerzas armadas, jugarse la vida, es parte del trabajo y asumimos indudablemente ese riesgo, sin embargo, tuvimos el honor de combatir al lado de muchos y los que hemos tenido ese orgullo, ahora en la comodidad de casa, desde donde ya nos empezamos a dar cuenta que nuestro trabajo no terminó al pasar la puerta de la dirección de personal, tenemos el poder de decirle al resto de la sociedad quienes fueron ellos y cambiar la forma de ver a un Veterano, solo que hasta hoy no creemos en el alcance que tenemos ahora en nuestras redes porque pertenecemos a las generación donde las historias se cuentan frente a frente y eso nos tiene en un jaque constante dentro del tablero virtual en el que el mundo hoy se maneja.
Nuestra guerra como la conocíamos siempre fue la otra, la del terreno, la del mar, la del aire, pero esa, no ajenos a ser invadidos por cierta nostalgia, ya se la heredamos a los muchachos que nos suceden.
Lo que pude notar es que en esos gloriosos muros silentes erigidos en memoria de los que dieron todo, allí donde están los nombres de nuestros caídos en la lucha contra el terrorismo, lamentablemente, hay más espacios vacíos…
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– ¿Cholo ya te vas a jatear? – le pregunté a un colega que se iba rumbo a su camarote luego de haberlo extraído después de un patrullaje de varias semanas, cansado hasta los huesos y por fin aliviado, viendo cerca su merecido encuentro con Morfeo, me respondió algo que hasta ahora llevo en el recuerdo de aquellos días:
– No mi hermano, el verdadero guerrero nunca duerme, solo descansa….
P.S.: Honor y Gloria al CB2 Imap Martín Ledesma Silva y al Contingente Febrero 1983 gracias por su invaluable servicio a la patria, Bravo zulú por sus iniciativas para no dejar en el olvido a su compañero de armas.