La barrera que limita nuestros sueños

Empezaba mi gestión como bisoño Comandante del Escuadrón Aeronaval de Ataque, iniciada en enero 2007, cuando de súbito se vio afectada por serias bajas en el equipo de trabajo, como la del T2 SEA Gustavo R, quien dominaba la operación de los sistemas de armas del ”Rey del Mar” (nuestro adorado helicóptero Sea king).

 

Desde que inicié mi gestión como Comandante de este Escuadrón, tuve la suerte de liderar un equipo excepcional, secundado – en periodos diferentes – por extraordinarios oficiales como el “Pollon” o el buen Yuri Bezzubikoff (+), ambos caracterizados por sus cualidades profesionales y sobre todo personales, con quienes coincidimos, entre otras cosas, con la necesidad de romper los paradigmas que iban en contra de apostar por tripulantes con limitada experiencia aérea, decisión difícil para un escenario con operaciones que demandaban experiencia previa, por el riesgo que estas demandaban.

 

En tal sentido, previa evaluación del Jefe de Operaciones – el proactivo Tte 1 Raptor – y con el visto bueno del 2do Comandante, designamos las dotaciones, tratando de lograr el ansiado balance operativo de pilotos – mecánico – sensoristas, respaldados siempre por las capacitaciones que continuamente se hacían, los entrenamientos efectuados, la experiencia aérea y sobre todo en el profesionalismo que habían demostrado en los operativos anteriores.

 

Como era de esperar, no demoró mucho en llegar el día en el que debíamos demostrar la validez de nuestra decisión. Se había programado un vuelo de rescate a más de 400 millas de costa y se debía activar la dotación de emergencia (aquellas tripulaciones que están a disponibilidad absoluta para salir a volar “24/7”).

 

Aun recuerdo la respuesta serena de Yuri B, cuando le comenté que quizá cambiaría la dotación asignada – ¨Sr, entonces ¿Chucky Naval para que los nombró como dotación? ¨ – no sabía si dejaba flotando el “no arrugue y confíe en sus capacidades” o si quería llamarme la atención, pero tuvo efecto, la orden de que salga la dotación de emergencia de turno llegó con prisa y en menos de 55 minutos ya estábamos volando rumbo a una Fragata misilera, para recargar combustible y efectuar el briefing (instrucciones de detalle) de seguridad con la dotación del buque.

 

Luego del briefing correspondiente, aproximadamente a 160 millas del punto de rescate decolamos de la Fragata rumbo al punto de rescate proyectado, nos comunicamos con la aeronave de exploración; en la que por suerte el Cmdte “Nazi” – piloto de la aeronave exploradora de gran experiencia, cuya serenidad facilitaba las misiones de rescate – lideraria el proceso de vectoreo (dirigir la ruta de nuestra aeronave desde la suya), lo que nos otorgaba un gran porcentaje de éxito seguro y una confianza casi a ojos cerrados.

 

Luego de las comunicaciones correspondientes, aproximadamente a 40 minutos de llegar al punto de rescate, el OM1 SEA Ivan U -operador del winche de rescate-, responsable de la maniobra de extracción del evacuado – tuvo problemas gastro intestinales (cólicos), por lo que la bisoña OM3 SEA Evelyn H, cuya función era asistir en la operación de los sensores y establecer las comunicaciones por data, tuvo que asumir la responsabilidad de relevar en la operación del winche, maniobra que había aprendido y entrenado días previos en la rada del Callao. Cabe mencionar que por coincidencia también era la primera misión de rescate real del médico designado.

 
 
 

Es el caso que nos encontrábamos aproximadamente a 410 millas de costa y 120 millas de nuestra Fragata, contando con un tiempo máximo para el rescate en la zona de unos 18 minutos.

 

Pasados los primeros 7 minutos, desde que el médico armado de valor, metido dentro del arnés, había descendido verticalmente con el cable del winche y su humanidad se encontraba balanceándose cual péndulo por debajo del helicóptero, Evelyn en tono temeroso comunicó que no lograría descender al médico hasta el buque y que por razones de seguridad abortara la misión….

 

Transcurridos unos angustiantes segundos de incertidumbre por lo que podría venir, y luego de un análisis de riesgo calculado, con el médico aún colgado y bamboleando debajo del helicóptero, con voz serena y quizá algo fuerte, le di una cachetada verbal de motivación y confianza – que prefiero no repetir para no herir susceptibilidades – explicándole que si en los próximos 3 minutos no cumplía con el encargo para la que la habían capacitado y confiado, el tripulante podría morir y ponía en riesgo la misión que habíamos entrenado

 

Luego de un silencio sepulcral, en los siguientes 2 minutos, que por cierto parecieron 2 horas, y después de “estampar” leve y reiteradamente al médico contra el castillo del buque pesquero (en ese momento no lo sabíamos pero acabamos de inventar el método “coyote” para descensos por winche (en alusión al tan famoso personaje de dibujos animados), logró dejarlo a bordo.

 

Aproximadamente 2 minutos después, recibimos la señal visual del doctor, que para ser sincero parecía decir ¨vayanse nomas, nos vemos en Lima¨, pero conscientes de la misión y contra la aparente inocente voluntad del Dr, iniciamos la aproximación para efectuar la evacuación desde la cubierta de la embarcación.

 

En menos de 6 minutos ya estaban todos a bordo, recibiendo el evacuado los primeros auxilios correspondientes (y el médico una taza de tilo), enrumbados hacia a la Fragata, donde luego de recargar combustible, continuamos con nuestro vuelo hacia el centro Médico Naval (216 millas más), adonde llegamos sin novedad y con el paciente estable.

 

Todo el vuelo de retorno fue en silencio, la alegría del rescate se escondía quizá en los efectos directos de la inusitada motivación. Luego de aterrizar en la Base Aeronaval, lo primero que se me vino a la cabeza fue pedirle disculpas a la tripulante, no teniendo tiempo para terminar de darlas, por que fui interrumpido con un fuerte abrazo y un gracias, por hacerla despertar, sentirse importante y acordarse de su familia aunque no en la forma que le gustaba, la citada tripulante luego participó sola en operativos internacionales como dotación del helicóptero AB212 y a pesar de su corta graduación fue una de las primeras sensoristas femeninas habilitadas sin limitaciones en el Sea King y el AB212.

 

El C de C Gallardos (a) Diablo Rojo Jr (por su parecido a un piloto del escuadrón), aunque no era calificado como médico aeronáutico, después de ese rescate fue el médico a cargo de todos los rescates programados en los siguientes 2 años.

 

Finalmente, una de las grandes lecciones aprendidas fue: ¨No es valiente quien no tiene miedo, sino quién decide enfrentarlo ¨, ! con el respaldo de la preparación debida, por supuesto !