La corrupción en el Perú y la imagen del peruano ante el mundo

La imagen del peruano como pacífico y hasta abúlico, predominante hasta fines de los 1970, ha sido abiertamente cuestionada por la presencia de Sendero Luminoso y por la violencia cotidiana que se vive en el país, y la pasividad del peruano ha sido dejada de lado para verlo más bien como alguien capaz de desarrollar conductas proactivas y emprendedoras. Pero al lado de estos cambios en la percepción del peruano también se han producido otros: predomina hoy una clara y alarmante imagen del peruano como alguien que no tiene convicciones éticas muy sólidas y que, por tanto, puede ser proclive a actos de corrupción. Resultados del estudio, León, R. (2010). Cualidades y defectos de los peruanos en relación con la herencia colonial. Revista de Investigación en Psicología, 13(2), 187-188.

 

En nuestra bicentenaria existencia como República, la corrupción en el Perú, es un mal transversal que aqueja al país pues ha penetrado las instituciones del Estado en todos sus niveles, especialmente los denominados altos cargos, en los que la historia nos muestra su condición de ininterrumpida y de haberse preservado con mayor o menor intensidad a través del tiempo, evolucionando e involucrando a cada vez más cantidad de personas y niveles, impidiendo atender adecuadamente las necesidades básicas de la población en salud, educación, seguridad interna y externa, infraestructura y administración de justicia; frustrándose así el desarrollo socio-económico del país e impidiendo se alcancen niveles mínimos requeridos para bien vivir.

 

Sería poco serio nombrar alguna entidad que no haya sufrido el fatídico embate de la corrupción originada por la idiosincrasia de un importante segmento de los peruanos de todas las épocas, generalmente los de mayor nivel de responsabilidad.

 

Obviamente en todo acto de corrupción hay básicamente dos actores, el corruptor y el corrompido que, en ambos casos, pueden ser individuos o entidades actuando en complicidad con terceros para viabilizar la operación integralmente en los espacios técnico, legal, financiero y especializado en la naturaleza del bien o servicio materia del ilícito.

 

La denominada “Operación Lava Jato”, descubierta en el año 2014 por la Policía Federal de Brasil, involucra sobornos, a presidentes, expresidentes y funcionarios del gobierno de trece países de América Latina y África, en los que la constructora Odebrecht (conglomerado que participa en el sector petroquímico, ingeniería y construcción, petróleo y gas, transporte e inmobiliario), durante los últimos 20 años, conjuntamente con un grupo de empresas brasileras que operaban internacionalmente pagó sobornos en el Perú para obtener beneficios en contrataciones públicas, uniéndose delictivamente con otras empresas y entidades nacionales

 

Estamos viviendo la operación de corrupción más grande evidenciada en nuestro país, cuyo efecto ha causado se desnude el grado de corrupción de las autoridades del Perú en todos los niveles y sectores del Estado, así como en parte del empresariado nacional ligado a la construcción principalmente. A enero 2021, el equipo a cargo del Ministerio Público tenía setentaicuatro investigaciones, cuatro acusaciones y ochocientos cuarentiocho procesados.

 

Esta vergüenza nacional, lejos de causar una reacción para recuperar los principios y valores de una sociedad occidental de ancestral cultura mestiza, se ha agudizado ante la ineptitud de las autoridades de gobierno para hacer frente a los males que viene causando el Covid 19, donde tenemos los peores indicadores internacionales en el manejo del área de salud y de la economía, con marcadas evidencias que la corrupción sigue haciendo lo suyo en los procesos de adquisiciones de bienes y servicios indispensables para preservar la vida y salud de la población, a la vez que las “autoridades”, usurpando derechos constitucionales, bloquean cualquier iniciativa privada o de organizaciones de la sociedad en general que pretendan contribuir a apoyar soluciones de los males que vivimos, lo cual desanima a buenos peruanos que buscan contribuir a mejorar el país.

 

Nuestra nación está siendo destruida por un grupo de “progresistas” que manejan a tendenciosos e ineptos funcionarios públicos que no han sido elegidos, pues son producto de soluciones políticas de coyuntura por conflictos creados para imponer la agenda del Nuevo Orden Mundial (NOM), sus gestiones han ido de mal a peor en todos los casos privilegiando el serio deterioro de la salud, la educación, la seguridad interna, la economía y la justicia, mediante la administración del caos que crean con la inacción en la solución del COVID 19, en la permisividad al ingreso indiscriminado de extranjeros por la frontera norte, en no hacer uso constitucional de la Policía Nacional del Perú (PNP) para controlar los disturbios, en el empleo a discreción del famoso doble rasero de la justicia con apoyo mediático, evidenciado pública y enfáticamente en el tema de la corrupción.

 

Todo este esquema confluye a pretender crear las condiciones favorables para que los candidatos del Globalismo (NOM) en las próximas elecciones tengan las mejores condiciones para ocupar los cargos del ejecutivo principalmente, pues el presupuesto se gesta y administra desde dicho poder y es la herramienta principal de poder para orientar los fondos e influir sobre todos los poderes, gobiernos regionales, municipales, otras entidades del Estado, medios de difusión y redes sociales, así como para no atender los requerimientos de aquellos sectores a los cuales pretenden debilitar o reorganizar a conveniencia como es el caso de las FFAA y PNP.

 

Este camino del NOM, en la forma que estos malos peruanos buscan imponer desde su “think tank” de la academia como paniaguados de Soros, sería la vía para la destrucción de la identidad nacional e implantar la peor pandemia del mundo que es la línea marxista en sus diferentes variables, nuestro deber es combatirla y vencerla, basta mirar en nuestro continente los resultados palpables de dos países, uno tiene sesenta años de marxismo-leninismo con partido único y otro veinte años de socialismo del siglo XXI.