“Tu optimismo desbordado no me sienta bien…” – me dijeron y me hizo pensar en el porqué de esa actitud y si está bien o no serlo.

Desde el primer día en la marina nos enseñaron que éramos parte de un grupo y con el tiempo, aprendimos que el bienestar propio va después del bienestar del grupo/equipo que uno lidera o del que se es parte, y por ello la tendencia natural a siempre a animar al resto porque dentro de ese estado emocional de ánimo colectivo pueden salir las mejores respuestas o soluciones (lo he comprobado con creces).

Sin embargo conozco personas que van en sentido contrario y que por no decirse pesimistas, se auto denominan “realistas”, pero rezan como credo: “las cosas son así, y no me jodas con que mejorarán, solo vivo el día a día y mañana quien sabe”..

Con frecuencia la gente confunde el ser positivo con optimismo (que en mi opinión personal ser positivo es una insensata estupidez, a ellos les puede estar pasando un tren por encima y siguen diciendo que todo está muy bien…)

El optimismo es el saber que aún las cosas no estando bien, se mantiene la esperanza de que siempre podrán mejorar y con solo ese hecho de creerlo, ya se genera una reacción en uno mismo que lleva a crear las salidas que tanto se necesitan…me ha pasado

”Dios cierra la puerta pero abre una ventana…”

Antes que nada hay que entender qué es el optimismo, que dista mucho de la felicidad, por ejemplo a mi me puede ir mucho peor que la persona o grupo al que transmito mi optimismo y por una cuestión aprendida e inculcada desde la Escuela (mencionada líneas arriba), no voy a reflejar negativa (eso de “una pena entre dos…” no juega en mi caso) mi situación sino una actitud optimista porque es mi objetivo que la otra persona/equipo recoja mi energía y empuje el coche del mismo lado para salir todos del problema, porque el problema de uno es el de todos.

Ese optimismo es una actitud que integra todas las estrategias y habilidades que pueden mejorar la situación y si queremos parafrasearlo, el optimismo reúne las condiciones para facilitar el arribo de la felicidad.

Psicológicamente, El cerebro de un optimista tiene mayor predisposición para gestionar los factores estresantes del día, por lo que este no va a mirar hacia otro lado ante los problemas sino al contrario, los acepta y los convierte en su beneficio, lo que lo hace mas tolerante ante los sentimientos de tristeza y resistente a la ansiedad y depresión.

“El optimismo es la base del coraje” Nicholas M. Butler

Más allá de las ideas filosóficas de “ten fe, las cosas van a mejorar pronto” versus el “no soporto tu actitud optimista, si todo me va mal…” aqui les dejo la parte científica y biológica de las susodichas actitudes y ustedes podrán escoger cual les viene mejor para poder resolver problemas:

Un estrés constante (que genera dosis de cortisol elevada al cuerpo y por ello ocasiona el trastorno) altera el hipocampo, la amígdala o el sistema límbico, y con ello la memoria comienza a fallarnos, así como nuestro nivel de atención, afectando también la capacidad de tomar decisiones.

En resumen, uno entra en un espiral del que no ve la forma de escapar “ (por lo mismo que no se cree en la solución o que no aparecerá cuando yo quiero, es decir AHORA).