La mayoría de los lectores están familiarizados con la Guerra de Invierno, la desastrosa invasión soviética de Finlandia, y con Simo “La Muerte Blanca” Hayha, el francotirador magníficamente hábil y letal. Finlandia estuvo, sin embargo, involucrada en tres conflictos separados durante la Segunda Guerra Mundial. Afortunadamente, el mariscal de campo Carl Gustaf Emil Mannerheim estaba al mando. Mannerheim tenía 72 años y planeaba dimitir cuando los soviéticos llamaban a la puerta.
Pero con el hombre organizando la defensa finlandesa y aumentando la confianza, los valientes finlandeses aguantaron muchos meses durante la Guerra de Invierno (1939-1940) hasta finalmente capitular ante la Unión Soviética. Cuando Alemania ofreció ayuda, Mannerheim vio una oportunidad para contraatacar a los comunistas, pero pondría a su nación en grave peligro. Ordenó a los soldados finlandeses que no avanzaran hacia Leningrado o incluso que la bombardeara, a pesar de las demandas alemanas.
Esta Guerra de Continuación (1941-1944) colocó a Finlandia en una situación precaria. inclinarse demasiado en apoyo de cualquiera de las partes significaba una provocación a la otra. Gran Bretaña y otras naciones que apoyaron a Finlandia antes contra Rusia ahora denunciaron su intento de recuperar sus tierras perdidas e incluso le declararon la guerra.
A medida que la marea de la guerra cambió, Mannerheim sabía que Finlandia estaría a merced de Stalin, no de Hitler y ciertamente no de los aliados occidentales. Una historia afirma que Mannerheim fue capaz de medir la fuerza de Hitler durante su reunión (que todavía tenemos en la cinta) fumando frente al Fuhrer.
Hitler, un no fumador, podría haberle ordenado fácilmente que se detuviera, pero no lo hizo, por lo que Mannerheim sabía que tenía la ventaja. Se garantizó una paz separada con la Unión Soviética, con los finlandeses luchando para expulsar a sus antiguos aliados alemanes en la Guerra de Laponia. Cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin, los tanques del Ejército Rojo rodaron por las calles de Budapest y Bucarest. Berlín y Varsovia quedaron reducidas a escombros, pero Finlandia seguían siendo independientes.
A pesar de una alianza con la Alemania nazi, sus judíos permanecieron relativamente a salvo del Holocausto; a pesar de estar en guerra con los aliados occidentales, todavía se tenía en alta estima como democracia. Todo ello gracias en parte a un viejo soldado, que, como Cincinato de Roma, volvió a la guerra para dirigir y servir cuando su país más necesitaba un salvador, como creo que estamos todos los veteranos de guerra que hemos servido a nuestra patria sin pedir nada a cambio mas que ostentar con orgullo ese titulo que nos otorga de por vida la carrera militar.