El teniente general Lewis “Chesty” Puller era un infante de marina, o mejor dicho EL infante de marina. Un “leatherneck” muy pero muy rudo, y con las suficientes cicatrices para demostrarlo. Pero este hombre inquebrantable tenía una debilidad: su total lealtad y devoción por sus hombres. Tal es así que el liderazgo de Puller es una de las razones por las que, hasta el día de hoy, los oficiales de la infantería de marina, en campaña, nunca comen hasta que sus subalternos hayan sido alimentados.
Una vez otro legendario marine, Gregory “Pappy” Boyington (ver las imágenes aquí debajo) famoso por comandar el escuadrón de los inefables Tigres Voladores y luego al victorioso escuadrón de los “ovejas negras”, conoció a Chesty y dijo sobre él: “Chesty era un animal, un tipo completamente diferente a cualquiera. Era como yo, pero 10 veces más y con esteroides. Era un infante de marina increíble, probablemente el mejor que jamás haya existido. Es uno de esos pocos por los que incluso yo haría cualquier cosa, porque era un tipo que se preocupaba por sus hombres y amaba al Cuerpo.”
Este lema de Puller no es un eslogan vacío. Vivía con y como sus hombres. En campaña, rechazó enérgicamente las comodidades que eran inalcanzables para sus hombres y en el entrenamiento cargaba su propia mochila, mientras marchaba a la cabeza de su batallón. En combate, conducía desde el frente y no ordenaba nada que él no pudiera hacer.
2. Mérito
Chesty dijo “hay una muy delgada línea entre una Cruz de la Marina y un Consejo de Guerra”, o lo que es lo mismo, entre el heroísmo y la locura. Imagínense lo fina que sería esa línea en el caso de Puller que recibió nada más y nada menos que cinco Cruces de la Marina (condecoración inmediatamente inferior a la Medalla de Honor) y se convirtió en el marine más condecorado de la historia.
Chesty Lideró a los marines en algunas de las batallas más sangrientas de la Segunda Guerra Mundial, incluidas Guadalcanal y Peleliu, cuyos nombres son testimonio de las hazañas y sacrificios de los marines.
3. De marine a teniente general
No importa tu agrupamiento, Chesty ha estado allí. En sus 37 años de servicio, Puller fue marine raso, suboficial y oficial, sirvió tanto en el servicio activo como en la reserva en tiempos de paz y guerra (en cuatro para ser precisos).
4. Nunca abandonó a un camarada
Abandonar a un camarada era, en palabras de Puller, lo peor que podía hacer como infante de marina. Y cuando las cosas se pusieron duras, hizo honor a sus palabras. En Guadalcanal, tres compañías de sus infantes de marina fueron aisladas de la fuerza principal por una fuerza japonesa mucho mayor. Los marines intentaron abrirse paso hasta ellos, pero se perdieron y quedaron atrapados.
Puller salió a la playa y sin ninguna autoridad para ello, hizo detener al destructor USS Ballard y organizó una fuerza de rescate para asaltar la zona nuevamente. Coordinó los cañones del destructor para bombardear a los japoneses y permitió a los marines atrapados suficiente espacio para escapar. Una semana después, Chesty y sus marines regresaron a esta parte de la isla y aniquilaron a los defensores japoneses.
5. Nada lo intimidó
Guerra de Corea: cuando Puller y sus marines avanzaron a pocas millas del río Yalu, la frontera de Corea del Norte con China, los chinos intervinieron. Una fuerza masiva de soldados chinos rodearon a los marines en el embalse de Chosin. Superado enormemente en número, Puller fue citado diciendo:
“Hemos estado buscando al enemigo desde hace algún tiempo. Finalmente lo encontramos. Estamos rodeados. Eso simplifica las cosas, están por todos lados y los mataremos a todos.”
Y en efecto no fue solo bravuconería, los marines se abrieron camino hacia el sur mientras lastimaban tanto a los chinos que nueve de las 10 divisiones atacantes nunca volvieron a ver acción…
Un duro, como pocos han existido… Se dice que Chesty sólo lloró dos veces, pero eso es otra historia…